¿CÓMO BOICOTEAR EL MUNDIAL DE FÚTBOL DE RUSIA?, ACHANCADO ENVENENAMIENTOS DE FALSA BANDERA.
* Inglaterra acusa a Rusia de envenenar al Serguel Skripal
sin prueba alguna. Rusia vómito a este elemento por traición a la patria, y su
historial viene desde que promovió la caída de la Unión Soviética, estuvo en
medio de las Guerras de Chechenia, en Ucrania, durante la Revolución Naranja...
** Rusia que ahora es el equilibrio contra EEUU, el
capitalismo no lo puede aceptar y busca con sus compinches desestabilizarlo con
acciones de bandera; que casualidad que por el envenenamiento de "traidor"
que todavía no ha muerto, EEUU, Alemania y Francia condenan a Rusia sin prueba
alguna; ¿no será que para boicotear el mundial de fútbol en Rusia?
*** A los traidores del pueblo, a la patria, no cabe la
reinserción social ni la condena perpetua, cabe el fusilamiento; en este delito está justificada la pena de muerte, y nos parece bien que este traidor
haya sido envenenado aunque no sea por manos rusas, porque se lo merecía.
16/03/2018
El 4 de marzo el coronel del GRU, la inteligencia militar
rusa, Serguei Skripal fue envenenado en Salisbury, Gran Bretaña, con un gas
nervioso. A pesar de admitir que no tiene pruebas de que el envenenamiento haya
sido obra de Rusia, May no ha perdido el tiempo. Ha expulsado a 23 diplomáticos
rusos, ha suspendido todos los contactos de alto nivel con Moscú y ha reunido
al Consejo de Seguridad de la ONU.
Lo peor de todo es que Inglaterra boicoteará los mundiales
de fútbol que se celebran este verano en Rusia que, a este paso, jamás podrá
convocar ninguna reunión deportiva internacional, ni juegos olímpicos porque
siempre ocurrirá un incidente que justificará el boicot.
Skripal traicionó a su país trabajando para el MI6, la
inteligencia británica. En 2004 fue detenido, condenado por alta traición y
encarcelado. Tras un intercambio de espías, en 2010 se estableció en Gran
Bretaña.
A los que tienen memoria, el envenenamiento de Skripal les
recordará el de Alexander Litvinenko, otro espía ruso intoxicado hace 12 años,
que también fue obra de Rusia, como es bien sabido porque así lo dijeron los
tribunales… británicos.
Como eso es lo que dijo entonces y lo que dice ahora la
prensa “seria”, no suena a conspiranoico para nada; es más bien lógico: Rusia
mata a los traidores allá donde se encuentren.
Pero lo lógico no siempre se acompasa con lo histórico, y en
2006 un espía francés, Paul Barril, comandante del GIGN (fuerzas especiales de
la policía francesa) y fundador de la célula de inteligencia del Elíseo, sostuvo
que el asesinato de Litvinenko había sido obra de los matones del espionaje
estadounidense y británico.
Incluso Barril afirmó que tal asesinato no era una obra
aislada sino que formaba parte de un operativo conjunto, llamado “Beluga”, para
desacreditar a Moscú y a Putin personalmente ante los medios de comunicación
occidentales.
La confesión de Barril formaba parte de una larga entrevista
con el empresario suizo Pascal Najadi, que publicó dos libros al respecto: “The
Phony Litvinenko Murder” y “Litvinenko Murder Case Solved”. Según el policía
francés, Litvinenko había sido asesinado por un italiano que le suministro
polonio 210, una sustancia radiactiva que acabó con su vida.
Barril mezclaba en el crimen a Berezovsky, uno de los
oligarcas desplazados por la llegada de Putin al Kremlin en 1999 que después
pasó a colaborar con la CIA y el MI6 en la Operación Beluga.
Pues bien, Litvinenko era el camello de Berezovsky, el
hombre que llevaba el dinero de un lado a otro para financiar periódicos,
periodistas y reportajes contra Putin y Rusia, con la asistencia de la empresa
de relaciones públicas Bell Pottinger.
En 2007, cuando Berezovski vivía en Gran Bretaña como
“perseguido político”, un tribunal de Moscú le declaró culpable de cometer un
desfalco de grandes proporciones en Aeroflot, la línea aérea rusa. No obstante,
en tres ocasiones los tribunales británicos negaron su extradición a Rusia.
No hay salsa en la que el magnate ruso no estuviera
presente. Era íntimo de Neil Bush, el hermano pequeño de la saga del mismo
apellido. Estuvo en medio de las Guerras de Chechenia. En Ucrania, durante la
Revolución Naranja de 2005, dice la Wikipedia, financió la campaña electoral de
Yushchenko. Según la BBC, Berezovski financió las manifestaciones y estuvo
en contacto diario con los principales dirigentes de la oposición.
Fue asesinado en 2013, un crimen al que se pueden ir sumando
otros, como el de la periodista Anna Politovskaia, todos ellos opositores de
Putin y, como es “lógico”, asesinados por orden suya.
Más crímenes: en 1996 el periodista Paul Klebnikov publicó
un artículo en la revista Forbes titulado “¿El padrino del Kremlin?”. El
padrino de la mafia era Berezovski, protegido por Gran Bretaña, a pesar de que
mandaba asesinar a todos sus adversarios.
Berezovski denunció a la revista ante los tribunales por
difamación. Forbes se retractó, pero no logró acallar a Klebnikov que amplió su
investigación con un libro en cuyo titular habían desaparecido los signos de
interrogación: “El padrino del Kremlin”. Esta vez Berezovski no le denunció en
los tribunales, pero en 2004 Klebnikov fue asesinado.
Durante una comparecencia parlamentaria el titular del
Foreign Office, Boris Johnson, comparó los asesinatos de Litvinenko y Skripal y
calificó al Kremlin como “una fuerza disruptiva y maligna”.
Por su parte, el secretario de Defensa, Gavin Williamson,
acusó a Putin de tener “intenciones hostiles” y recalcó que la postura agresiva
del Kremlin hacia el Reino Unido se había acrecentado.
Pero esos dos asesinatos no son casos aislados. Para
convencernos de que todos los crímenes son obra de Putin sólo tienen que
mostrarnos una prueba, una sola, porque hasta ahora, después de 12 años de
“investigaciones”, no fabrican más que hipótesis.
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